CULTURA | 30 sep 2024
Taller de Escritura "La Palabrota"
El “Sucio” y el mal olor...
El presente escrito, pertenece a Cristina Torres, escritora y alumna del taller de Escritores de Pico Truncado. Esta actividad pedagógica y lúdica a través de diversos escritos, es logrado por la coordinación de Angelica Sanchez, quien desde hace más de 10 años genera actividades culturales, en esta ocasión desde la escritura y literatura para escritores comprometidos. Quien quiera sumarse puede hacerlo los día Jueves de 14 a 15 horas el taller de escritura creativa la Palabrota. En la biblioteca Aime Paine.
Por: Cristina Torres
El “Sucio” y el mal olor
Tengo que cubrir el último partido por el campeonato, del Deportivo Tachito Futbol Club. No es la final que me gustaría comentar pero soy periodista principiante y debo ir donde me mandan.
Deportivo Tachito ganó el partido y se consagró campeón. Entro al vestuario y me recibe la algarabía de todos: jugadores, dirigentes, hinchas, director técnico, utileros, hasta el perro, “Chapita”, la mascota del club, que mueve la cola desaforadamente, participando del festejo.
Y un olor terrible, desagradable, insoportable
-Tanto correr… los nervios… la ansiedad…- pensé
Pero al moverme por el vestuario, descubrí que los jugadores, ya estaban bañados y oliendo a talco, a desodorante, a perfume. Además habían vaporizado desodorante de ambiente, de ese bien potente, capaz de tapar hasta el olor concentrado a cigarrillos. Para el lado que me moviera yo seguía percibiendo el mal olor.
Miraba alrededor pero no acertaba a ubicar de dónde provenía. Alcancé a escuchar que alguien gritaba
-Che, Sucio,¡¡¡ alcánzame el talco!!!
-¡Ah! ¡Ahí está! – me dije
Me acerqué a donde estaba el nombrado, olfateando; pero ¡No! El Sucio, recién bañado tenía olor agradable. Pero yo seguía captando el olor feo, donde fuera que iba, lo olfateaba. Y de repente empecé a pensar
-Parece que lo llevo a donde estoy ¡¿Seré yo?!
Empecé a buscar en mi ropa, en mis zapatillas. Y descubrí la causa: en mi zapatilla derecha estaba pegado un pedazo de caca de perro. Y ahí descubrí el culpable del mal olor: ¡¡¡Era yo!!!! Que transporté, sin saber, el delito de otro culpable: Chapita, que con tanta alegría, no había podido llegar al campito.
MORALEJA: “Cuántas veces, estamos convencidos que el mal olor es de los otros, y cuando nos examinamos un poco, nos damos cuenta que somos nosotros mismos, los que lo tenemos encima y lo vamos llevando de un lado a otro”